miércoles, 17 de abril de 2013

Entrevista Al Pacino por Tipos Legales ( Fuente ABC) 2013





PACINO en «Tipos legales»,  comparte protagonismo con Christopher Walken y Alan Arkin.

—La amistad es el motor de este filme. ¿Es importante para usted?
—Nunca he entendido la amistad más que como una extensión de la familia. Para mí es muy importante. Mis amigos de la infancia me ayudaron mucho, salvaron mi vida porque crecí en un barrio tremendamente difícil
—¿Por qué lo dice?
—Los amigos, especialmente cuando eres joven, te ayudan a desarrollar un sentido social. Ellos se convierten en tus confidentes. Con algunos haces deportes, con otros vas al cine, con otros hablas... Esa variedad ayuda a madurar. Yo tuve la suerte de tenerlos. Crecí en el sur del Bronx, en la calle, y no fue fácil. Tuve que hacer mi camino, buscarme los amigos adecuados. Hoy, gracias a esa experiencia, tengo todo tipo de amigos de diferentes grupos étnicos: judíos, afroamericanos, italianos... Nueva York es una fusión de culturas.
—Sigue manteniendo su amistad con ellos.
—No con mis amigos de la infancia. Muchos se marcharon por otros caminos. Los amigos que desarrollé a los 17 y 18 años son los que sigo manteniendo. Juego con ellos a las cartas, organizamos cenas. Todos los que conocí en Manhattan en el teatro siguen conmigo. Nos ayudamos unos a otros
—¿Cree que la comedia y la violencia van de la mano?
—Hay ambas cosas en este filme. Sólo si es una comedia como esta; que yo describiría como una comedia humana, casi una tragicomedia. En los dramas siempre es necesario incluir el humor humano, porque hay que dar al público la oportunidad de aliviar su tensión. Les da un descanso, un respiro a la violencia
—Hay voces encontradas que aseguran que hay mucha violencia en las películas americanas.
—Que yo recuerde, la violencia siempre ha existido en las películas. No tanto en el cine europeo, es cierto. No se cuál es la tendencia ahora, pero la violencia estuvo en los westerns de John Wayne, en las películas de época, de forma más tenue en los cuarenta y cincuenta, y luego las cosas cambiaron en los sesenta.
—En Estados Unidos más del cuarenta por ciento de la población adulta posee un arma ¿Tiene usted una en su casa?
—No. Jamás he tenido un arma, nunca en mi vida. No quiero ni pensarlo. De hecho, cuando ruedo una película donde tengo armas necesito compensar y hacer luego otro tipo de filme sin armas. Lo malo en Hollywood es crearse una reputación por cierto tipo de cine. En mi caso, cada vez que he hecho una cinta en que he tenido que disparar siempre me han enseñado, porque de una a otra se me ha olvidado. No practico.
—¿Cuál es la versión romántica de la interpretación?
—Los actores tenemos la oportunidad de conocer mucha gente diferente, disfrutar de experiencias en cortos periodos de tiempo y viajar alrededor del mundo. Me gusta ese aspecto porque es muy romántico, llegar a lugares exóticos donde estrenan tu película y te invitan. Me gusta sentirme extraño en una ciudad que no conozco, pero que me recibe con cariño. Otras veces la belleza de viajar es sentirse a salvo y anónimo.
—Parece disfrutar del éxito.
—Esa es una pregunta complicada. Mi gran amigo Lee Strasberg me dijo cuando yo era joven y atravesaba esa encrucijada entre el éxito y la fama:«El éxito es una cosa, la fama otra, pero juntas, querido. Uno simplemente tiene que ajustarse». Creo que es un buen consejo. Hay que ajustarse al éxito, a la atención. A veces es más difícil, a veces es más fácil, lo importante es aprender a disfrutar cómo jugar el juego de la fama.
—¿Y el dinero cómo encaja en esa ecuación?

—El dinero es importante si tienes un estilo de vida que exige mucha gente en tu vida y muchos viajes y muchas cosas. Cuando tienes que pagar colegios, alquileres, hipotecas, ese es otro tipo de juego. Lo importante en esta profesión es no hacer nada por dinero. No es una buena idea. Yo lo he hecho un par de veces y no me ha salido bien. Prefiero el reto como artista, desarrollar mi instinto en proyectos como «Salomé», la película en la que dirigí a Jessica Chastain, donde invertí mi dinero en algo en lo que creo.
—Usted tiene una enorme pasión por su trabajo. ¿Alguna vez se aburre? El aburrimiento es el gran miedo de un artista.
—Adoro una frase sobre el aburrimiento que dijo Einstein a un colega suyo científico. Einstein estaba esperándole y él otro, que llegó tarde, le preguntós: «¿Maestro, está aburrido?». A lo que replicó:«No, no estoy aburrido. Estaba pensando». Es genial. Mientras pueda pensar, yo tampoco me aburro
—¿Siempre confió en que iba a triunfar?
—No. Pero tampoco me quedé esperando que me llamaran. (Se ríe). Cuando era joven, a los 21 años, trataba de encontrar mi lugar como todo el mundo. Tuve la suerte de hacer teatro en la calle y así fue como empece a trabajar. En la vida, si quieres triunfar no puedes ser pasivo. Siempre es mejor intentarlo, y si te caes y te equivocas volver a intentarlo
—El teatro sigue siendo su refugio...
—Es importante para mí porque es mi elemento. Me siento cómodo en el teatro. Me agota, pero lo disfruto. He hecho muchas obras de teatro, incluso proyectos con el Actors Studio que no se han visto porque no eran comerciales y los hice por divertirme. Así amo yo el teatro. Pero ahora también me gusta la televisión. La película que hice para HBO fue una gran experiencia.
—¿Le gustó revivir la historia de Phil Spector de la mano de David Mamet?
—Sí. HBO está corriendo riesgos. Hice para ellos «Kevorkian», «Angels in America» y ahora «Spector». Digamos que exploran las historias de otra manera.

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